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cicuta

Cicuta

Jaime Flores Martínez

 Ingratos

Arrinconado económica y afectivamente, don Jorge Salinas Elizondo padece los efectos de una larga enfermedad y del absurdo abandono de su poderosa, influyente y acaudalada familia.

Jorge Salinas Elizondo tiene actualmente 63 años y sobre su humanidad pesan severos problemas cardiacos. El sobrepeso que arrastra es ahora su factura. Su esposa Silvia se truena los dedos cada vez que ingresa al hospital, pues nunca tienen dinero para liquidar las abultadas cuentas. El matrimonio sobrevive en un barrio de Can Cun, Quintana Roo, apenas con lo básico. Ellos debieron huir de Celaya Guanajuato por el acoso que sufrían de propios y extraños. Al saberlos parte de la familia Salinas de Gortari, los desplantes y los insultos los abrumaban. La molestia social los empujo a emigrar de Celaya.

Y es que la sociedad celayense se daba cuenta que la casa de Jorge Salinas Elizondo era continuamente visitada por el entonces presidente de México Carlos Salinas de Gortari. Mientras el entonces mandatario tomaba café y comía galletas, el Estado Mayor tomaba la zona completamente. La cuadra donde vivian resultaba intransitable. Las revisiones extremas y las actitudes prepotentes incomodaban al vecindario.

Al termino de ese sexenio se registro una cascada de inconformidades contra Salinas de Gortari, quien pasó de redentor a "ladrón y asesino". Sobre el ex mandatario existen cientos de leyendas urbanas, algunas ciertas otras falsas, pero todas creíbles.

Ciudadanos justificadamente indignados por el desempeño de Carlos Salinas y de los excesos cometidos por su hermano mayor Raúl, no darían crédito a la realidad que envuelve a su primo hermano Jorge Salinas Elizondo y a su esposa Silvia.

En los tiempos que su primo Carlos fue presidente de México, Jorge Salinas perdió la amistad con muchas personas que se acercaban a el para que intercediera ante su primo en busca de algún favor. Al conocer su cercanía, resultaría fácil alcanzar el objetivo. Sin embargo, ellos se encontraban con que Jorge se negaba a pedir el favor. Les explicaba que no se atrevía a solicitar apoyo, ni siquiera para su propia familia. Obviamente que nadie le creía. Indignados por la negativa se despedían para siempre. ¿Qué clase de amigo era Jorge Salinas si no era capaz de pedirle un favor a su primo-hermano?

Ellos desconocen que, efectivamente, Jorge era desde entonces un personaje que se conformaba con el orgullo que da ser primo hermano del presidente de la República. Nunca lo incomodo durante su mandato; nunca se atrevió a pedirle siquiera un favorcito. En ocasiones debía pedir prestado para comprar un bote de café y una cajita de galletas, ante el anuncio que su primo lo visitaría. Carlos Salinas nunca le regalo una despensa, vaya, ni siquiera le pregunto si se le ofrecía algo.

Hace apenas unos días Silvia rescato a su esposo de un modesto nosocomio de Can Cun donde lo atendieron de su arritmia cardiaca. No tenía dinero para liquidar la cuenta y debió firmar pagares. Ahora la señora Silvia esta endeudada, con su esposo enfermo y prácticamente en la miseria.

Aun así, don Jorge se niega a pedir el necesario apoyo de sus poderosos familiares. El entiende que su próximo hermano ya retomo fuerza y quienes lo rodean aseguran que el próximo sexenio el PRI recuperara el poder y Salinas de Gortari demostrara su fuerza.

Más allá de la dignidad de un hombre que siempre se negó a solicitar favores de su influyente familia y vivió orgulloso de las posiciones políticas y económicas de familiares cercanos, vale la pena resaltar que –al menos en este caso—el poder es capaz de cegar a quienes lo detentan. Personas que conocen la historia a la perfección, consideran que cualquiera de los dos hermanos Salinas de Gortari pudieran levantar el teléfono para pedir apoyo para que su primo hermano sobreviva. Con una llamada resolverían la vida de una familia, aunque no les bastaron seis años para desgraciar la vida de millones de mexicanos.

Ensillados

La mañana del pasado 24, el Juzgado Cuarto de Distrito de Tijuana anuncio que la justicia federal no protege ni ampara al ciudadano Juan Sillas Rocha, quien a través de sus abogados solicitó la protección de la justicia federal para evitar su arresto.

El miércoles pasado Cicuta revelo que –a través de la solicitud de un amparo-- Sillas Rocha intentaba conocer detalles sobre la investigación que realiza sobre le la Procuraduría General de la República (PGR) . Hace justo un año, elementos del Ejército Mexicano arrestaron a una decena de presuntos delincuentes a quienes les incautaron un arsenal y liberaron a un empresario del transporte que mantenían secuestrado. A todos ellos se les vinculo con la organización Arellano Félix, particularmente con la célula que dirige Juan Sillas Rocha, alias el Sillas.

El caso es que el juzgado cuarto publico el jueves que "se sobresee el juicio de amparo" y como para que no quede duda redunda: "la justicia federal no ampara ni protege" a Juan Sillas Rocha. Mucha explicación a tan pequeña pregunta.

Incomodidad

Un puntilloso reportero pregunto el lunes al presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos Raül Plascencia, que haría con la recomendación emitida contra el ex secretario de Seguridad Publica de Tijuana Julián Leyzaola Pérez. La pregunta tomo mal parado al señor Plascencia, aunque echo mano de su experiencia política al responder que "investigaría el tema". Todo esto tiene que ver con la posible contratación de Leyzaola en Ciudad Juárez, Chihuahua. Tal vez solo quede en intención y Leyzaola en el desempleo.

Comentarios: cicuta45@gmail.com


 

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