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Cicuta

Jaime Flores Martínez

Pudrición

Rebasado en su intento por contener el escándalo de corrupción que se avecina con la operación de los verificentros, el gobernador del Estado José Guadalupe Osuna Millán está obligado a intervenir en el negociazo de Jorge Kahwagi Macari.

El mandatario bajacaliforniano no puede hacerse el desentendido de la porquería que brotará de las alcantarillas disfrazadas de verificentros. Hace justo una semana Cicuta recordó que el gobernador Osuna  esquivó a los reporteros que lo cuestionaban sobre Jorge Kahwagi, concesionario de todos los negocios que se encargaran de verificar que los automóviles que circulan en Baja California no contaminen. En aquel momento, el gobernador dijo a los reporteros que "esa pregunta debía contestarla el secretario del medio ambiente". ¿Qué no el gobernador es José Guadalupe Osuna?

Al otorgarle el beneficio de la duda, Cicuta ofrecerá al gobernador algunos detalles sobre la operación  de los verificentros, que –por cierto-- comenzarán a cobrar a partir del próximo día 16.

Osuna debe saber que Jorge Kahwagi desembolsa unos 2 millones de pesos mensuales para la operación de 10 verificentros ubicados en Tijuana, Mexicali, Ensenada. Rosarito y Tecate. El gobierno anuncio que los verificentros no cobrarían por una temporadas y Kahwagi se mordió la lengua del coraje. Aun asi, durante varios meses, el señor  Kahwagi ha pagado el equivalente a 100 mil pesos de nomina y 5 mil dólares de renta del local por cada uno de los negocios que comenzaran a redituarle a partir de la segunda quincena de este mes.

Si la calculadora no miente, el ex boxeador metido a político y practicante de la turbia empresarial gasta un millón de pesos de sueldos y mas de medio millón de rentas cada mes. ¿Estará dispuesto a perder dinero? ¡Ni pensarlo! Kahwagi se frota las manos frente a pingues ganancias.

Cada establecimiento tiene unos 10 trabajadores y un gerente que a su vez responden a las órdenes del director José Luis Rodríguez Rojas, un ex banquero que llegó al puesto por sus vínculos con Roberto Gallegos Gil "el Papaya", un incondicional de Kahwagi. El mentado Papaya fue dirigente estatal del Partido Nueva Alianza y hasta hace poco tiempo cobro como asesor del extinto secretario de gobernación Francisco Blake Mora. Este ultimo contrató al Papaya a sugerencia de su amigo Kahwagi. Qué bonita familia.

Con el aval de su líder Kahwagi, el Papaya heredó la dirigencia del Panal al ex regidor Juan Pablo Rodríguez. El asunto es que Juan Pablo es nada menos que el subdirector de los verificentros porque el Papaya no podía nombrarlo director. Juan Pablo no podía despachar como director porque ostenta el cargo de dirigente del Panal. ¡No podían ser tan cochinos! Además ¿se imagina las suspicacias que levantaría?. Si se conocieran los nombres de aquellos que integran la cadena que opera los verificentros, ¡saldría a relucir el nombre de Kahwagi! ¡Los reporteros no tendrían que preguntárselo al secretario del Medio Ambiente como lo sugirió el gobernador!

Pero la ambición de los susodichos no tiene límite. Sépase que por instrucciones del Papaya, el dirigente del Partido Nueva Alianza Juan Pablo Rodríguez encabezara la operación y administración de una cadena de talleres mecánicos donde se realizaran clandestinamente las verificaciones. Dicho de otra manera, esta pandilla de Panalistas instalaran talleres donde expedirán hologramas a vehículos que no hayan cumplido con la exigencia ambiental. En pocas palabras, el señor Kahwagi y su ejército de bandidos tienen perfectamente planeado su esquema de corrupción. ¿en verdad el gobierno desconoce que la banda Kahwagi es la que opera los verificentros?  ¿No sabe que los que aparecen como apoderados de cada uno de esos centros son jovencitos imberbes que prestaron su nombre a Kahwagi a través del Papaya y Juan Pablo Rodríguez?

¿Acaso el gobernador supone que Kahwagi perderá serenamente mas de dos millones de pesos mensuales en la operación gratuita de los verificentros? La intención del hijo putativo de la maestra Gordillo es recuperarse de las perdidas a mas tardar a mediados del año próximo.

El secretario del medioambiente Efraín Niebla ya debió decirle al gobernador que gente de Kahwagi está a punto de obtener los permisos para operar una veintena de talleres mecánicos que discretamente venderán hologramas. Además el señor Osuna debe saber que los "Khawagis" piensan colocar un botón especialmente para manipular el sistema de operación de los verificentros para "aprobar" vehículos que carecen de catalizador y por tanto no pasan la prueba. La idea fue exportada de la capital del país, donde es una práctica común que los dueños de autos contaminantes contribuyan con "una mordida" para que su vehículo porte el holograma. ¡Eso se llama corrupción y la autoridad estatal voltea para otro lado!

El gobernador está obligado a intervenir en este escándalo porque –de no hacerlo-- la historia lo ubicará como responsable de tolerar corruptivas y las impunes maniobras de Jorge Kahwagi y su ejercito de pillos. Osuna debe saber que los directivos de los verificentros se mueren de la risa frente a sus recientes declaraciones sobre la "no obligatoriedad de la verificación vehicular". Ellos cacarean que es una mera estrategia de distracción para que los ciudadanos se confíen.

También el gobernador debe saber (si acaso no lo sabe) que en este tema tiene un papel destacado el ex alcalde panista de Tijuana Jorge Ramos Hernández. La mancuerna Ramos-Kahwagi fue protagonista de ruidosos jolgorios donde  la coincidencia era la mutua intoxicación.

En la calle Pío Pico, en el centro de Tijuana, despachan casi a escondidas el director José Luis Rodríguez Rojas, el subdirector Juan Pablo Rodríguez, peones de la corrupción diseñada por Jorge Kahwagi Macari y operada por Adrian Roberto Gallegos Gil "el Papaya", José Luis Rodríguez Rojas, Juan Pablo Rodríguez y un grupo de jovencitos que fueron embaucados como prestanombres de un jugosísimo negocio tejido por políticos ambiciosos y tolerado por el gobierno de Baja California.

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