Palco de Prensa
Los daños colaterales.
Por : Gilberto LAVENANT
Cualquiera podría decir que la política sólo interesa a los políticos. Que, por lo tanto, el actual proceso electoral solo atañe a los que aspiran al poder público, o a los que están en riesgo de perderlo. Ojalá que fuera así.
Esta semana trascendió, que varias empresas estadounidenses, cancelaron sus contratos de trabajo con diversas empresas ubicadas en Tijuana, que son ensambladoras de sus productos. Súbitamente, como si se hubiesen puesto de acuerdo, comunicaron que suspendían toda órden de trabajo, hasta nuevo aviso.
Cabe observar que no precisaron que ésta decisión, tenga alguna relación con el proceso electoral de la sucesión presidencial en México. Sin embargo, se presume que es una medida cautelar, precisamente en espera del resultado de los comicios del próximo domingo 1 de julio.
Todo indica que la preocupación que ha generado en los empresarios extranjeros, este proceso electoral, es la posibilidad de que el candidato de las izquierdas. Andrés Manuel López Obrador, resulte triunfador en estos comicios.
Se teme, que de llegar el tabasqueño a la Presidencia de la República, se desate una turbulencia política, económica y social en México. Las propuestas de AMLO coinciden con los reclamos de las clases populares. Aplicarlas, es el problema.
La cuestión es que se teme que la sola posibilidad de que Andrés Manuel sea Presidente de México, propicie un ambiente de intranquilidad para los inversionistas extranjeros.
Pero incluso, en caso de que no resulte ganador en estos comicios, se teme genere una protesta general, proclamando fraude electoral. Por si las dudas, los inversionistas extranjeros han decidido contraer sus programas de acción en territorio mexicano.
Las empresas afectadas, enfrentan una disyuntiva : o cierran sus puertas, echando a la calle a todos sus empleados, o laboran al mínimo de su capacidad, reduciendo sus jornadas a 3 o 4 días por semana, a fin de que los trabajadores, en lugar de quedar desempleados, perciban un ingreso para el sustento de sus familias. Mientras pasa este período de incertidumbre.
Esto no es una especulación, ni un rumor. Varias fuentes de trabajo, aquí en la frontera, que dependen de contratos de trabajo de empresas extranjeras, han recibido el aviso de que se suspenden las labores hasta nuevo aviso. Estos son los daños colaterales del proceso electoral.
Y esto no es una exageración. Ver las imágenes en televisión de turbas de estudiantes, bajo la denominación que sea, o grupos de maestros, o campesinos, que toman las calles enardecidos, gritando consignas y groserías, no es cualquier cosa.
Quizás haya mexicanos que lo celebran. Jubilosos manifiestan que los jóvenes mexicanos han despertado, que ya rompieron su tradicional apatía y que ya salieron a las calles a reclamar sus derechos. Sobre todo, aquellos que se ven beneficiados con tales reclamos.
Pero una cosa es salir a reclamar derechos y otra muy distinta el proferir groserías, insultos. El bloquear las vialidades e incluso el dañar propiedades ajenas.
Y ni modo de celebrar que los profesores disidentes, que también toman las calles para protestar por presuntas violaciones a sus derechos, y para realizar tales manifestaciones, abandonan las aulas. Ellos, no acaban de despertar y forman muchedumbres incontrolables.
Esas escenas, agregadas a los hechos violentos que continúan suscitándose en diversas partes del territorio mexicano, pintan a México como un país en conflicto, inseguro para la inversión extranjera.
Con tales escenas, México no puede presumir que es un país democrático. Más bien parece un país caótico, incontrolable, sujeto a condiciones de guerrilla urbana, cuyas calles son patrulladas por el ejército y en otros casos, inundadas por muchedumbre, sean jóvenes o adultos, que protestan y protestan.
Independientemente de quien sea el ganador en los comicios de éste domingo próximo, es necesario empezar a recomponer el país, demostrarle al mundo que efectivamente somos un país de paz, de trabajo, de progreso, que aquí las inversiones no están en riesgo, que aquí el turismo y las inversiones son bienvenidas y que aquí se vive en un estado de derecho.
México debe superar, en el menor tiempo posible, estas condiciones de incertidumbre, generadas por el proceso electoral. Las campañas del miedo, tuvieron sus efectos y por lo tanto hubo consecuencias.
Unos y otros advirtieron que si sus rivales ganaban, habría graves resultados para los mexicanos. Los extranjeros atendieron las acusaciones o amenazas, como verdades plenas. Por si acaso, decidieron retraer o reducir sus inversiones. Con ello buscan reducir los riesgos.
A los candidatos en campaña, poco les importó que la guerra sucia que lanzaban en contra de sus rivales, tuviesen consecuencias negativas, no solo en el terreno político, sino también en el económico.
Luego del 1 de julio, tendrán que trabajar para reparar los daños causados. Deberán ser tan contundentes, que no quede duda en cuanto a las condiciones en que vivirán los mexicanos durante el siguiente sexenio.
Pero no con remedios de simples discursos populistas, demagógicos. Con acciones ciertas y precisas. La simple palabra de político, no convence a nadie.